Recuerdo
estar ensayando las danzas, en casa de JuanManuel y una vez en la que
bailamos en la plaza encima de cajas de abejas vacías de Pepe el Surdo.
Recuerdo que el templete no estaba hecho, había unas margaritas en su lugar y a la parte derecha de la plaza un nogal.
En
la era de arriba no estaba hecho el muro de piedra. Había un camino que
subía desde la casa del tío Candido a la era. Donde está la casa de
Patricio, había unas viguetas desechadas de alguna casa, amontonadas
sobre el muro de piedra y la carretera.
En la Costereta,
frente a la casa de Alberto, había un rellano con un banco para sentarse
y debajo del banco una fuente que venía de la Ancantra.
Por
detrás de la iglesia había un túnel que servia como desagüe y
desembocaba en la calle de Enmedio con una rejilla. De pequeños nos
arrastrabamos hasta que no cabía nuestro cuerpo.
En la era
de arriba, se batía el trigo y la paja caía en la carretera. Mi padre
la recogía con una manta para el traslado al porchi.
En el bar
de Patacó hacíamos cola para vacunarnos. En la escuela necesitaron la
ayuda de Santó Dells para poder cogerme y vacunarme. Yo tenía un miedo
atroz.
En el Barranquet se tiraba la basura y las pieles de
las almendras las cuales hacían de colchoneta cuando saltábamos para ver
quién llegaba más lejos.
En el Barranquet, se realizaban cabañas y se jugaba a la guerra entre los chiquillos, hasta que eran destruidas por el fuego.
Después,
más adelante, el año que se rompió el pantano de TOUS, esa tormenta
enterró un coche que tenía allí aparcado. Era un 1500 con motor mercedes
que se fundía los calentadores, pero era el asiento ancho y cómodo, que
se reclinaba.
En la acera frente a la casa de la tía Teresa, ensayábamos con la guitarra. El profesor era el tío Sento de la Argentina.
Escuché
decir a la abuela materna, que sus padres la dejaron con su abuela
cuando se fueron a Argentina y que no volvió a saber de ellos, hasta que
un hombre la visitó y le dijo que era su hermano. En más de 70 años, no tuvo noticias de sus padres.
Mi abuelo
paterno, un día tomando el sol en un banco en Alcoy, le comentaba a un
hombre que esteba a su lado que estando en Nueva York, jugando en un
casino, entraron unos ladrones y el hombre continuó hablando. El único
que salvó la cartera tirándola a un callejón por un ventanuco que allí
había era mí abuelo. Lo que me lleva a escribir una frase conocida ( el mundo es un pañuelo) dos personas que no se conocen coinciden en un casino de una ciudad lejana y coinciden al cabo de los años en un banco y los dos se acuerdan de lo qué allí pasó.Estoy mosqueado, cuando era estudiante en la escuela del pueblo, la profesora me castigaba de cara a la pared, si hablaba con los compañeros en valenciano. Hoy tengo que traducir los pensamientos al castellano para escribir. Si hubiera estudiado valenciano en su momento, esto no sucedería.
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