HISTORÍAS DE LOS ANTEPASADOS

Siempre he oído de los mayores,  que en una casa que estaban reformando,  se encontraron unas monedas valiosas y antiguas. Las vendieron en negro,  porque no estaba permitido, dieron para pagar la reforma y alguna cosa más. La casa está en una calle que desemboca en lo que era un cementerio morisco, del que no me creía hasta que,  unos operarios que estaban trabajando por allí  en el lugar en concreto, tomando unas cervezas me dijeron que con la zanja hecha  tuvieron que tapar algunas calaveras con piedra para que no se viesen y evitar problemas y terminar el trabajo, cobrar y olvidarse del tema.
Esta historia la pueden conocer los más mayores del pueblo pero no lo del alcantarillado.
Hay una sierra que está a unos 900 metros sobre el nivel del mar, en la que se encuentran fósiles acuáticos, lo que quiere decir que estuvo sumergida en algún momento. Lo extraño no es que los haya sino que emergiese a tanta altura.
Antaño llovía y llovía hasta que un corrimiento de tierra ponía en peligro el pueblo, iban delante cortando las ramas de los olivos, para dar de comer al ganado que al llover tanto echaban de menos, el terreno se desplazaba lentamente hasta un paraje con unas rocas que pararon el movimiento y el pueblo se salvó de la catástrofe. Algunos se lo atribuyeron al Santo San Vicente Ferrer, patrón del pueblo.
En el pueblo de al lado, apostaron que un hombre fuerte no podría llevar un saco de harina de cien kilos desde el molino hasta el casino sin parar y sin quitárselo del hombro. El apostador lo empujó cuando estaba llegando para que no pudiese ganar.
Dos hombres que iban a segar unos días y se llevaron una garrafa de vino para seis días, se la bebieron la primera mañana y por la noche volvieron al pueblo, con el trabajo sin hacer.
A la vuelta de Aitana un hombre se encontró con un gato salvaje y lo cogió por el lomo para no ser arañado. Por el camino, el gato se revolvía y lo arañaba, llegó al pueblo lleno de arañazos, pero el gato llegó vivo y se lo agenció como mascota.